Ahora que las motos acuáticas se han agregado a la lista de actividades aprobadas por el Consejo de los Boy Scouts de América, este campamento de Carolina del Norte ha acelerado un programa que satisface la necesidad de velocidad – y de seguridad.
HAY TRANQUILIDAD EN LAS ORILLAS de arcilla moteada del río Pamlico. Los pescadores, en silencio, tiran potes de cangrejos en el agua salobre, que es hogar para inquietos ejércitos de cangrejos azules. Un cacho parece disfrutar un guatazo.
Aquí, en los estrechos del Pamlico, en la costa sur del este de Carolina del Norte, no ocurren muchas cosas antes de las 9 a.m., aparte de dejar caer las líneas para la jornada de pesca. El kudzu, con sus invasores tentáculos, frena el ritmo apresurado de la vida cotidiana y lo convierte en lento ambular. Hasta que una sinfonía de varrroooms explota en los bancos golpeados por las olas. Las gaviotas levantan vuelo cuando seis “Sea-Doos” se desplazan rápidamente a lo largo de la orilla del “Pamlico Sea Base,” un campamento de Boy Scouts perteneciente al Consejo de Carolina del Este.
Los miembros de la Tripulación 615 de Florissant, Missouri, han pasado la última hora practicando maniobras en las motos acuáticas, manteniendo un movimiento lento de sus vehículos pero siempre avanzando. El líder de la flota, instructor del personal Jordan Byrum, jefe de casa de campo “Order of the Arrow” para la “Casa de Campo Croatan” del consejo, grita sobre el ruido de los motores. “Presten atención, quiero que todos se pongan en fila y que aceleren un poco,” dice con un pesado acento sureño. “Sientan cómo la proa de la embarcación sale del agua. Pero, hagan lo que hagan, no aceleren al máximo.”
Montando en parejas, los Venturers y líderes se ponen lentamente en fila detrás Byrum. El grupo, usando chalecos salvavidas coordinados, se dirigen a las aguas abiertas como una hilera de patos. Doug Stone, un voluntario con la tripulación, y el Venturer Alex Braun comparten un asiento en un Sea-Doo azul marino, siguiendo con una separación de unos 30 ó 40 pies a la embarcación que está frente a ellos. Braun, un joven de 17 años de edad que nunca ha conducido una moto acuática con anterioridad, empuña el manillar en forma de T y aprieta más el acelerador, exclamando: “Comprendo cómo la mano se puede cansas haciendo esto.” La proa de cada embarcación se eleva fuera del agua a medida que los Sea-Doos aceleran hasta alcanzar unos 16 kilómetros por hora.
Al final de un tramo de costa, las embarcaciones se reagrupan, y llega la hora de cambiar de conductores – un tango equilibrado que lanza a uno de los adolescentes a las cálidas aguas. Él se ríe de su error, vuelve a subir a bordo, y se acomoda en el asiento del conductor. Otro adolescente hace un movimiento de aceleración, como si estuviera acelerando una motocicleta — y le pregunta a Byrum con impaciencia, “¿Cuándo vamos a ir más rápido?”
Es un dilema que puede esperarse en cualquier campamento que pone a los Scouts en los asientos de conducir de las motos acuáticas.
Las actividades en motos acuáticas, un flamante programa a nivel de Consejo, tiene como objetivo educar a los Scouts y Venturers (de 15 ó más años de edad) en la seguridad de las motos acuáticas y la administración de los lagos y los ríos. La ventaja: La necesidad de velocidad es universal entre la mayoría de los adolescentes, que actúa como una herramienta de reclutamiento y retención muy atractiva para los campamentos ribereños. Pero, ¿cómo entregar las llaves de una máquina poderosa a los adolescentes y al mismo tiempo mantener la seguridad como una prioridad?
Para conciliar los intereses de los Scouts que son amantes de los motores y la necesidad de ampliar los esfuerzos de reclutamiento y retención en los campos de todo el país, los Boy Scouts de América iniciaron un programa piloto de motos acuáticas (o PWC, por sus siglas en inglés) en el año 2010, poniendo a prueba el éxito de las motos acuáticas en los campamentos de todo el país. A partir del otoño del 2011, el programa PWC está aprobado para uso del consejo entre los campos aprobados, el programa no está disponible para ser usado en las unidades.
El Ejecutivo de los Scouts Ray Franks, del Consejo de Carolina del Este, y Reggie Cahoon, ex director de campamento en “Pamlico Sea Base,” acogió la idea de acelerar los programas de verano del campamento con Sea-Doos. En ese momento, el interés principal del campamento era la navegación sin motor, como la de kayak de mar.
Estos vehículos acuáticos motorizados, por otro lado, utilizan un motor interno que propulsa la embarcación utilizando chorros. Hay varias marcas en el mercado, incluyendo Jet Ski de Kawasaki, WaveRunners de Yamaha y los Sea-Doos. Estas motos acuáticas varían en precio desde $6,000 a $ 10,000 o más, dependiendo del tamaño y el poder.
El Consejo de Carolina del Este compró seis Sea-Doos para iniciar el programa piloto en Pamlico, una base marina colindante con el “Campamento Boddie.” “Al principio, Pamlico abrió con el programa de kayak de mar para atraer a los muchachos [mayores],” dice Cahoon. “Y las motos acuáticas son otra manera de hacer que los muchachos mayores sigan regresando a la base marina.”
Las investigaciones realizadas por los Boy Scouts de América durante la etapa piloto del programa PWC confirma su poderosa capacidad de retención. Pat Wellen, director de investigaciones de los Boy Scouts de América, dice que más del 81.2 por ciento de los jóvenes que no participaron en el programa PWC en su campamento dijeron que volverían para participar en el programa el año próximo. El ochenta y siete por ciento de los jóvenes que probaron el programa PWC, dijo que volvería a participar de nuevo.
Desde que los Sea-Doos hicieron su primera aparición en Pamlico, la asistencia sigue en aumento. En el verano del 2011 el campamento atrajo la mayor asistencia que se ha registrado, dice Franks. Cahoon admite que los Sea-Doos son una fuerte herramienta de ventas, pero la adición de un programa PWC requiere una considerable cantidad de planificación, entrenamiento de seguridad y supervisión para garantizar su buen funcionamiento.
UNA HUMEDAD PEGAJOSA y un sol sofocante reciben a la Tripulación 615 cuando el grupo llega por primera vez a la costa de Carolina para una semana de campamento en Pamlico. Los Venturers descargan sus equipos – bolsas llenas en su mayoría con trajes de baño y lociones para protegerse del sol – hacia e interior de un puñado de cabañas en el corazón del campamento. A continuación, se dirigen al salón principal.
Es hora de poner manos a la obra: la planificación de las actividades de la semana. En Pamlico, los grupos que asisten a la “Aventura de los Outer Banks (OBX)” personalizan su viaje, eligiendo de entre una larga lista de deportes acuáticos. Los jóvenes se sientan alrededor de una larga mesa, mientras que los adultos se aglomeran cerca de las paredes del salón. Los líderes son poco menos que observadores, poniendo a los adolescentes a cargo de la agenda de la semana. Ali Williams, la directora del programa en su tercer año en Pamlico, toma el mando y agarra un marcador para contar los votos en un pizarrón blanco.
“¿Quién quiere navegar?” Pregunta Williams.
Se levanta un puñado de manos.
“¿Y quién quiere las motos acuáticas?” Continuó ella.
Los Venturers votaron “¡Sí!” por unanimidad.
Los deportes acuáticos motorizados, incluyendo los paseos en cámaras de neumáticos haladas por la lancha motorizada del campamento, no son la única actividad de interés.
“¿Qué tal un paseo marino en kayak a los Outer Banks para pasar la noche?” Williams pregunta.
“¡Oye! ¡Eso suena genial!” dice David Dick, un Eagle Scout y Venturer de 18 años de edad. Sus tripulantes están de acuerdo.
Williams continúa, describiendo los detalles del viaje a la isla Shackleford en los Outer Banks – desde las actividades de campamento en la playa hasta una visita a la fauna local. “Piensen en esto de la siguiente manera: Van a remar hasta una isla desierta, armar una tienda de campaña, y dormir al lado del Atlántico. Por la mañana, durante el desayuno, pudieran incluso ver caballos salvajes. Ellos andan libres en la isla.”
El grupo decide que el lunes lo dedicarán a los Sea-Doos y la navegación; el martes comenzará el viaje marino en kayak para pasar la noche en los Outer Banks, el miércoles incluirá un viaje a Beaufort y Fort Macon, así como pesca opcional en las aguas profundas del océano, y el resto de la semana será “tiempo libre” con paseos en cámaras, tablas deslizantes y de relajación en la base marina.
PERDIENDO POCO TIEMPO a la mañana siguiente, el grupo se reúne en el muelle de madera en forma de T del campamento después del desayuno. La mitad de la tripulación usará veleros estilo “Sunfish” mientras que el resto de los Venturers comenzará su lección introductoria en la seguridad de PWC.
Así es: la seguridad. “Todos deseamos que todo el mundo pase un buen rato, disfrutando de las motos acuáticas – que es una cosa muy divertida”, explica Cahoon. “Pero estas máquinas de que estamos hablando son poderosas. Comenzamos con los Scouts lentamente y trabajamos con ellos hasta alcanzar gradualmente velocidades más altas”. Los Venturers sólo alcanzan velocidades de cerca de 56 kilómetros por hora, gracias a una llave de seguridad especial que restringe la velocidad de cada embarcación.
Antes del viaje a Pamlico, la Tripulación 615 completó en línea un curso de seguridad para navegantes y, por supuesto, cada uno de los asistentes pasó un chequeo de natación. Pero un elemento importante del plan de seguridad PWC recae sobre los hombros del personal de Pamlico, estos líderes instruirán a cada grupo sobre el funcionamiento de la embarcación, y también supervisarán las Sea-Doos durante cada salida. Hoy es el turno de Byrum y Williams para mantener a los conductores en línea.
Cuando llega el momento para comenzar la lección, los adolescentes y los líderes forman un círculo alrededor de un Sea-Doo rojo que está cerca de la arenosa orilla. El grupo escucha con atención a medida que los empleados del campamento explican las partes de la embarcación: el asiento, el motor, los propulsores a chorro, los botones para arrancarlos y detenerlos y un cordón para la muñeca que se sujeta a la máquina y detiene el motor si el conductor se cae. “Estas embarcaciones no son como un auto. No tienen frenos ni dirección asistida,” dice Byrum, que tira de un Sea-Doo hacia la orilla para demostrarlo.
Byrum se sienta encima de la embarcación y mueve el volante, señalando hacia las salidas de los chorros traseros. “¿Quieres navegar junto a tu amigo o acercarte a un muelle? Bueno, vas a recibir una sorpresa si apagas el motor y olvidas que ya no puedes usar la dirección.”
Williams, quien está parado en el centro de los atentos adolescentes y líderes, añade: “La moto acuática se impulsa hacia adelante absorbiendo agua por el fondo de la embarcación y disparando el agua en chorros por la parte trasera. Así que si ustedes deciden pasar sobre algún sargazo, o un montón de hilo de pescar, o peor aún, sobre una cuerda, el mecanismo de succión los halará hacia motor y tendremos un gran problema.”
La lección continúa en la orilla mientras que los miembros de la tripulación tratan de matar los mosquitos. Una regla fundamental: no se puede juguetear. Lo cual incluye cosas como saltar las estelas de los barcos (algo que los conductores de PWC tienen la reputación de hacer) o conducir en zigzag. Si un miembro del personal del campamento o uno de los líderes adultos de la tripulación ve cualquier tipo de jugueteo, el conductor perderá de inmediato sus privilegios.
Después de terminar con la parte seria, es hora de divertirse. Se cierran los chalecos salvavidas y los adolescentes se dividen en grupos de amigos. Cada equipo de dos selecciona una embarcación, y la pareja debe caminar dentro del agua hacia el final del muelle, halando su moto acuática – la costa no tiene profundidad suficiente para arrancar los motores de chorro cerca de la playa. Con sólo pulsar el botón verde de “inicio”, se van, con Byrum a la cabeza.
Dos horas más tarde, no es difícil detectar las sonrisas en los rostros de los conductores a medida que siguen al líder Byrum y en su retirada hacia la costa. De regreso en la playa arenosa, llega la hora del almuerzo. Los líderes de la Tripulación 615 caminan lentamente por la rampa de barcos, con los cabellos regados por el aire y sus jóvenes sonrisas en los labios, a medida que los adolescentes hablan sin parar en su camino hacia el comedor. ¿Viste esa voltereta? ¡Eso fue impresionante! Y sin embargo, todavía quiero ver lo rápido que ese aparato puede ir. Un miembro de la tripulación le pregunta a Williams, “¿Dónde están las claves secretas? ¿Tú sabes, las que te permiten ir más rápido?” Ella se ríe. “Lo siento, muchachos, ésas están fuera de su alcance.”
Después del almuerzo, los dos grupos intercambian actividades. A la hora de cenar, todos en la Tripulación 615 tienen cabellos regados por el viento y las mejillas enrojecidas por el sol. Y se van a cama muy temprano también. Mañana traerá un día de aventura por mar en kayak que quemará los brazos. “Los lapsos de atención de los muchachos en estos días son muy cortos; es genial que [Pamlico] les da la oportunidad de acelerar y frenar,” dice Steve Matthews, padre de Adam, un miembro de la tripulación. “Este lugar tiene un entretenimiento constante.”
ES EL 3er. DÍA EN EL CAMPAMENTO – excepto que la Tripulación 615 no está ya en el campamento. En su lugar, los miembros de la tripulación cambiaron sus cabinas por una tienda de campaña a sólo 50 pies de las espumeantes olas del mar. La “Aventura OBX” permite que los tripulantes y las tropas se aventuren a cerca de una hora en coche de Pamlico a los Outer Banks, donde viajan a una playa aislada por medio de kayak de mar. Y eso es exactamente lo que hizo la Tripulación 615.
Olvídense del “ruido artificial del océano”. Aquí, en este campamento frente al mar, la tripulación necesita poca ayuda para conciliar el sueño en su nuevo hogar arenoso. La quietud de la mañana es una realidad surrealista para el grupo – después de todo, ¿con qué frecuencia se despierta uno al ascenso y descenso de las olas del mar?
Ayer, los Venturers remaron a través de un estrecho que separa el continente de la isla de Harker a los Bancos Shackleford, una porción de arena blanca en el “Cape Lookout National Seashore”. Los miembros de la tripulación – sentados individualmente en kayaks marinos de 15 pies – pasaron cerca de dos horas y media remando. El sueño se adueñó fácilmente de la mayoría de la tripulación. Ahora, ya cerca de las 7 a.m., el grupo tarda en levantarse.
El haz de luz del faro de Cape Lookout parpadea desde su posición, justo al norte del campamento. Con rayas blancas y negras, el faro es visible sobre las dunas de arena cuando la Asesora de Tripulación Denise Jensen abre la cremallera de su tienda e inspecciona la arena a su alrededor que está marcada con huellas de cangrejos. Las piernas y los pies de Jensen están cubiertos de talco blanco para bebé – el ingrediente secreto del personal de Pamlico para tener una tienda libre de arena.
Jensen se pasea lentamente con un puñado de miembros de la tripulación a lo largo de la orilla de la playa para explorar los alrededores. Cuando el grupo está a unos 200 pies del campamento, descubre a varios visitantes peludos: caballos de color marrón oscuro con el pelo salvajemente revuelto.
Jensen se pasea lentamente con un puñado de miembros de la tripulación a lo largo de la orilla de la playa para explorar los alrededores. Cuando el grupo está a unos 200 pies del campamento, descubre a varios visitantes peludos: caballos de color marrón oscuro con el pelo salvajemente revuelto.
Jensen y los demás, se inmovilizan donde están, con sus ojos muy abiertos.
Los caballos siguen caminando, sin poner interés en los visitantes de su costa.
Este momento contrasta tremendamente con el entretenimiento sin descansos del campamento, y es uno que, según Jensen, hizo que el viaje de la Tripulación 615 fuera aún más especial. “Lograr dormir en la playa y ver la fauna y la historia de la zona nos llevó un paso más allá de lo que podemos experimentar en casa,” añade ella.
Y después de una semana de practicar y ganar confianza en la moto acuática, Jensen dice que el viaje y los altamente excitantes Sea-Doos dejaron al grupo muy inspirado. “Nuestra tripulación se había vuelto mucho más social que aventurera, pero la experiencia en Pamlico hace que queramos ser más activos,” añade Jensen. Eso es gran impulso que se lleva a casa para el disfrute futuro.
GRETCHEN SPARLING es Editora Asociada de la revista Scouting.
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